Repasando lo que me dejó la teórica del lunes, lo primero que me viene a la cabeza fue la comparación que hizo Gabriel entre la creencia Indígena sobre la fotografía y el alma por un lado, y a la “presencia” que le atribuimos a una imagen de lo que representa (nunca escupiría por ej una foto de mi sobrino de 2 años). Eso me disparó a una película colombiana bastante reciente (El abrazo de la serpiente) en la cual los indígenas de la región amazónica colombiana no hablan exactamente de alma como la concebimos accidentalmente sino en la existencia (oportunamente para el TP) de un “otro yo” en el cual nos podemos convertir, que no tiene vitalidad, ni memoria, ni puede soñar. Para estos indigenas, en las fotos se puede ver a este otro.
Otra tema que me quedo dando vueltas fue la construcción de lo que es la imagen de uno a partir del mundo que nos rodea. Me puse a pensar hasta que punto la estética se basa en la mirada ajena, y como la fotografía representa justamente este vinculo visual entre el que “es” y el fotógrafo que mira e interpreta. El ejemplo que dio Gabriel (primero de robinson cruzoe y luego el de la vieja amargada) fue un buen disparador para pensar hasta que punto nuestra condición de seres que estamos siendo observados dìa a día juega en nuestra propia construcción; tanto estética como de personalidad y tanto consiente como inconsciente (en mi opinión la ultima la de mayor interés, pensando en el TP). Es interesante pensar en que momento el hombre tomó conciencia de si mismo y de su imagen, también lo es pensar en la historia de la representación “ajena” y de como se puede apreciar en una foto cierta construcción del representador sobre el representado.
Pienso que consiente o inconscientemente todos cargamos de carácter y personalidad la imagen del otro. Por un lado lo hacemos con las decisiones mas conscientes del otro (ropa, maquillaje, corte de pelo, etc). Pero la sonrisa, las arrugas, la mirada, las manos o la postura son elementos que hablan quizás mas de la esencia de la persona.
;)
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